Se ha vuelto peligroso tener una opinión: el asesinato de Charlie Kirk sacude el debate público

Se ha vuelto peligroso tener una opinión: el asesinato de Charlie Kirk sacude el debate público
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Tener una opinión se ha convertido en un riesgo. Lo que antes generaba debates y discrepancias, hoy puede encender odio, amenazas y, en los casos más extremos, violencia letal. El reciente asesinato del activista conservador estadounidense Charlie Kirk ha reavivado el temor de que el clima de polarización en redes sociales y en la vida pública esté alcanzando un punto crítico.

La llamada cultura de la cancelación, que surgió como un mecanismo de rendición de cuentas, ha derivado en una maquinaria de linchamiento digital. En internet, basta disentir para convertirse en blanco de ataques coordinados. Ya no se trata solo de argumentar en contra: ahora se incentiva el desprecio y el castigo hacia quienes piensan distinto. Ejemplos como el de Karla Álvarez, quien fue blanco de críticas y ataques en redes, muestran cómo este fenómeno puede arrastrar carreras y reputaciones enteras.

En este contexto de hostilidad, el caso de Kirk estremeció a Estados Unidos. El 10 de septiembre, mientras ofrecía una charla universitaria en Utah, el fundador de Turning Point USA recibió un disparo en el cuello que acabó con su vida frente a cientos de estudiantes. El caos fue captado en video y se propagó de inmediato en plataformas digitales, generando conmoción y miedo.

Kirk, de 31 años, era una de las caras jóvenes del movimiento Make America Great Again (MAGA) y había construido su imagen como un polemista que enfrentaba en vivo a quienes cuestionaban sus ideas. Defendía el derecho a portar armas, criticaba la migración y el feminismo, y llegó a minimizar la pandemia de covid-19. Sus posturas, tan admiradas por algunos, eran detestadas por otros.

Su muerte pone en evidencia un clima político envenenado. En Estados Unidos, la violencia ligada a la confrontación ideológica va en aumento, y cada vez más voces advierten que expresar una idea contraria puede ser visto como una provocación imperdonable. Ya no basta con debatir: opinar se ha vuelto, literalmente, arriesgado.

Porque aunque podamos no estar de acuerdo con las ideas de alguien, nadie debería morir por tenerlas.

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