República Dominicana avanza en libertad de prensa mientras América Latina retrocede

El periodismo en América atraviesa un momento delicado. Las agresiones, la censura y el exilio se han convertido en parte del paisaje cotidiano para muchos comunicadores del continente. Esa fue la conclusión principal de la Asamblea General número 81 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), celebrada en Punta Cana, donde se reunieron representantes de más de 1,300 medios.
El diagnóstico no deja espacio para el optimismo: la SIP advierte un “oscurecimiento progresivo” de la libertad de prensa. En varios países, los gobiernos han endurecido su discurso contra los medios. Desde la hostilidad abierta de Javier Milei en Argentina y Gustavo Petro en Colombia, hasta el clima de persecución en El Salvador, Venezuela y Nicaragua, el mensaje parece repetirse: informar se ha vuelto un acto de resistencia.
Ejemplos concretos:
- En Argentina, Javier Milei ha convertido en eslogan la frase “no odiamos lo suficiente a los periodistas”.
- En Colombia, Gustavo Petro asocia a los medios con mafias.
- En El Salvador, unos 40 periodistas se han exiliado por presiones del gobierno de Nayib Bukele.
- En México, Honduras y Perú, los asesinatos de comunicadores continúan.
- En Venezuela y Nicaragua, las condenas y el exilio se multiplican.
- En Bolivia y Panamá, los medios enfrentan demandas que buscan quebrarlos económicamente.
- Y en Estados Unidos —sí, en EE. UU.— crecen los ataques y los intentos de censura.
Frente a ese panorama sombrío, República Dominicana emerge como una excepción. Según los reportes preliminares, el país podría encabezar este año el Índice de Libertad de Expresión y Prensa del continente, superando incluso a Chile, que ocupó el primer lugar en 2023.
Aun así, los medios locales reconocen que hay señales de alerta. La dificultad para acceder a fuentes oficiales, las restricciones en el Palacio Nacional y los intentos de censura digital son recordatorios de que la libertad informativa es un terreno que debe protegerse día a día.
En tiempos donde informar se confunde con provocar, el reto para los periodistas dominicanos —y de toda América— es seguir contando lo que otros prefieren callar.