Las hipótesis del caso y el linchamiento digital 

Equipo de Redacción / Jesús García / José Rafael Mata.- La trágica muerte de Esmeralda Richiez desató una tormenta de comentarios e hipótesis en la opinión pública; por un lado calificaban como siniestro al profesor, mientras que otras teorías se enfocaban en la sombría narrativa de un embarazo no deseado, culminando en un intento de aborto que trágicamente cegó la vida de la adolescente, pero también, llovieron críticas sobre la libertad y falta de seguimiento de los padres a la menor.

La versión del aborto fue altamente difundida en los medios de comunicación luego de que una tía de Esmeralda asegurara ante la prensa, que la empleada doméstica había encontrado un tiempo antes, una prueba positiva de embarazo, sin embargo, esta versión fue descartada por las autoridades, ya que según la autopsia realizada por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) la menor no estaba embarazada. Conforme con los análisis realizados por el Inacif, a la adolescente la sometieron a una actividad sexual violenta que causó un sangrado, que desencadenó un shock hipovolémico. 

Las redes sociales han jugado un papel crucial en el trascurso del caso, la violencia no quedó en la muerte de la jóven sino que comenzó un linchamiento digital a los padres, al profesor, a las amigas e incluso a la propia victima.

Con la hipótesis del aborto, el tema escaló tanto en redes sociales que se trasladó a un debate sobre el aborto y las tres causales.

Conmoción nacional: La trágica noticia corrió como pólvora en los medios locales, redes sociales, con alcance nacional e internacional. En radio, televisión y prensa no se hablaba más que del caso de Esmeralda; definitivamente este crimen conmocionó a la población. Pero el foco de la noticia rápidamente se desvió del crimen, y comenzaron amplias discusiones dentro de la sociedad, grupos de feministas, medios de comunicación y líderes de opinión sobre la responsabilidad colectiva e individual del asesinato de la menor. «Los padres le daban mucha soltura», «No se comportaba como una menor», como si esa libertad restara importancia a la escandalosa muerte. 

El linchamiento digital llegó a tal punto que usuarios pedían perseguir a los padres, defendiendo la idea de que estos compartían la culpa por darle permiso a una menor de salir de noche con adultos sin mucha información sobre el destino o cómo se le permitía llegar a altas horas de la noche. 

Todo empezó con un permiso: En una entrevista con CNN, Isabel Martínez, madre de Esmeralda, recordó con voz entrecortada una de las últimas conversaciones que tuvo con su hija: «Me dijo ‘mami, vengo ahora, vengo de una vez’». Aquella salida aprobada, debido a la confianza depositada en su profesor John Kelly Martínez, es ahora motivo de profundo arrepentimiento. John Kelly Martínez, es el principal sospechoso del deceso y el juicio de fondo sigue sin sentencia definitiva. 

Kelly Martínez tiene 35 años de edad, casado con otra docente y padre de tres hijos, uno de los cuales tiene la edad de Esmeralda y estudia en el mismo politécnico en el que su padre se desempeñaba como profesor de matemáticas y educación física durante un año probatorio, tras pasar por el Concurso de Oposición Docente. 

El segundo implicado fue identificado como Rubiel Morillo Martínez, de 20 años, sobrino del profesor. Este último, no solo fue quien distrajo a las otras 3 menores mientras Esmeralda y el profesor se quedaban a solas, sino que además, es acusado de esconder pruebas. Las compañeras de Richiez declararon al Ministerio Público que una vez llegaron a Playa Macao todos se bajaron del vehículo, salvo el docente y la víctima. «Proceden a desmontarse del vehículo junto al señor Rubiel y dejan a bordo del carro a Martínez con la menor de edad», reseña la acusación del Ministerio Público.

El regreso a casa fue  turbulento. Esmeralda presentaba un sangrado y fuerte dolor. Realizaron paradas repentinas para comprar toallas sanitarias, pastillas y cambio de ropa, siendo una de ellas en una estación de gasolina, donde, según el responsable de ese sitio, Richiez dejó el establecimiento «ensangrentado por todos lados».

El «vengo de una vez» de las 7:30 de la noche se convirtió en una vuelta que culminó casi a la medianoche, que es la hora reportada en la que un vehículo Honda de color negro la deja en su casa.

«Esmeralda entra, la vemos que está un poco nerviosa, inquieta, no tenía el color que ella tenía, estaba pálida, descolorida», indica Eligio Richiez, su padre; mientras que su madre dice: «En la forma en que la vi no me metió otra cosa en mi mente, solamente que era droga, yo le dije ‘hija mía, fue droga que te dieron y tú no te diste cuenta’. ‘Ay no mami, no mami’, ella me dijo», narró la madre.

El sangrado era tanto que manchó  la cama de sus padres, pero alegó estar menstruando, relataron los padres a la prensa. Al amanecer, 13 de febrero, la familia no se imaginaba lo que el nuevo día traería consigo, la peor desgracia que un padre podría atravesar; la muerte de un hijo. «A las 6:30 a. m., cuando abro la puerta, veo la cama llena de sangre, vamos al baño y la vemos tendida en el suelo boca abajo (…). ¡Ay, Virgen de Altagracia, se nos murió la muchacha!», relató el padre, con una mezcla de incredulidad y dolor.