Hoy lunes se cumplen 60 días que la sociedad dominicana ha estado viviendo bajo estado de emergencia. Con la reciente prórroga por 15 días, esa situación se extendería a 74 días consecutivos, que culminarían el 2 de junio.
La prolongada duración de esas medidas de aislamiento social para la preservación de la salud, han provocado, sin embargo, un impacto significativo en la vida cotidiana de la sociedad dominicana.
En nuestra población, como en el resto del mundo, persiste, por consiguiente, la inquietud en determinar cuándo se podría lograr una reapertura de las actividades económicas y sociales que permitan un retorno a la vida habitual sin comprometer nuestra salud.
En lo que concierne al tiempo de duración de este virus, la verdad es que nadie sabe. Recientemente, el director de emergencias sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan, planteó que este coronavirus tiene la posibilidad de convertirse en “…Otro virus endémico en nuestras comunidades y estos pueden no irse nunca”.
De esta forma, Ryan estaba planteando que el COVID 19 podría ser un virus con el que tengamos que convivir por mucho tiempo, como ha ocurrido, entre otras enfermedades, con el dengue, la malaria, el sarampión y el VIH-SIDA.
La manera en la que históricamente hemos afrontado la permanencia de los virus endémicos ha sido mediante el desarrollo de vacunas y medicamentos que combaten los efectos de estas enfermedades en nuestra salud.
Actualmente, la buena noticia consiste en que a través de la ciencia ya se conoce la secuencia de ARN del virus. Se sabe cómo detectarlo (lo cual permite que la enfermedad se pueda diagnosticar con precisión). Se pueden medir los anticuerpos y desarrollar terapias que permiten la recuperación de los afectados.
Estas perspectivas optimistas, desde el ámbito de la ciencia, hacen comprender que se han logrado avances importantes en la lucha por obtener una vacuna y medicinas para enfrentar lo prolongación del virus en nuestra sociedad.
Pero, en razón de que a pesar de los avances obtenidos, todavía no se sabe con certeza cuando la humanidad podrá disponer de una vacuna efectiva contra el COVID-19, se ha planteado la disyuntiva de cómo reabrir la economía, sin el riesgo de desatar un rebrote de contagios que ponga en mayores peligros la salud de la población.