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El crimen de una menor que conmocionó al país  

6:24 pm febrero 6, 2024 4 min de lectura
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Equipo de Redacción / Jesús García / José Rafael Mata.

Imagina que una niña sale de su casa a dar una vuelta con un amigo 10 años mayor, un hombre de mucho dinero y de buena familia, suena alarmante, pero en la República Dominicana es muy común, sobre todo en los campos o sectores populares. En este país donde se rompen récords de visitas de turistas, los feminicidios también son un hito. 

Hace a casi un año, un 12  de febrero pero del 2023, una violenta noticia conmocionó al país, el asesinato de Esmeralda Richiez, una estudiante de bachillerato de 16 años en circunstancias no muy claras que involucran a un profesor, al sobrino del profesor y tres amigas. Este hecho abrió nuevamente una caja de pandora sobre los niveles de violencia de género en el país, pero sobre todo en menores. 

La Otra Banda es un poblado ubicado en la provincia de La Altagracia, su fundación se remonta al año 1672, según el cabildo de Higüey. Esta comunidad, que vio crecer, jugar y correr a Esmeralda, se vistió de luto aquel fatídico día, cuando fue encontrada desangrada en el baño de su casa un día después de salir a pasear por la playa con su maestro, un sobrino de éste y varias amiguitas. Sus padres la definían como un “ángel”, que cuando no estaba estudiando, estaba ayudando en el negocio familiar. 

«Ayúdame, yo me estoy desangrando», fueron las últimas palabras de la menor en una nota de voz que envió por Whatsapp a una prima.

Esmeralda Richiez

Este pareciera ser un caso aislado, pero forma parte de un violento contexto en el que se desenvuelven diariamente los jóvenes dominicanos en campos y pueblos. Cientos de videos circulan en redes sociales que revelan cómo se normaliza el lenguaje violento y sexual en las aulas, produciéndose una ruptura del respeto y la ética en la relación estudiante-maestro. 

Ya no son noticia, ni asombran, las relaciones entre una niña de 15 años y un hombre de 30, y cuando se trata de zonas rurales, incluso lo ven como un boleto para salir de la pobreza. «Me casé porque necesitaba huir de mi casa. A mí me maltrataban mucho. Me daban golpes», es uno de los testimonios presentados en un informe en la Cámara de Diputados para presentar un proyecto de ley contra este flagelo.

La necesidad de poner freno a la unión temprana fue un clamor de la sociedad, aunque la ley está vigente, prohibir el matrimonio infantil no ha sido suficiente para frenar la violencia o el acoso. Es que el caso de Esmeralda no es el único, Emely Peguero, otra jovencita de 16 años que residía en San Francisco de Macorís, provincia Duarte, fue asesinada en agosto del 2017, cuando su novio, Marlon Martínez, (mayor que ella) le provocó una hemorragia interna del útero al inducirle un aborto y golpearla contundente en la cabeza. 

La lista de crímenes y violentos hechos que incluyen a mujeres y niñas, parece no tener freno. El 2024 inició con otro escándalo sexual, el de una menor de 14 años residente de la provincia de Puerto Plata, (cuyo nombre nos reservamos por respeto a su dignidad). Lo mediático de este nuevo episodio de ataques sexuales, no fue un crimen, fueron los protagonistas de la explotación sexual: el campocorto dominicano Wander Franco en complicidad con la madre de la víctima. De esta manera, se sienta nueva vez, la base de otra historia en la que una madre permite que su hija de 14 años tenga relaciones sexuales con un hombre de 22.

En el 2023 al menos 53 mujeres fueron asesinadas en el país por sus parejas o exparejas, según informó la ministra de la Mujer, Mayra Jiménez, el día 7 de noviembre durante un evento.  Doralba Marine Peralta, Yamel Andreina Medina y Arelis Richardson, son las últimas víctimas reportadas en el 2023; ellas, más que cifras, fueron mujeres a quienes se les arrebató sueños y anhelos de vida, debido la inclemente ola violenta que parece no tener fin. 

República Dominicana además de playas y destinos paradisíacos, presenta unas cifras alarmantes: es el segundo país americano con la tasa más alta de feminicidios (2,9 por cada 100.000 mujeres), solo superado por Honduras, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), cifra que espanta al mirar que en los últimos cinco años fueron 669 las mujeres asesinadas.

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