Economista expone la ineficiencia estatal y el éxito privado como dos realidades del sector eléctrico dominicano

El modelo de distribución eléctrica en República Dominicana enfrenta, una vez más, un serio cuestionamiento. Esta vez, de la mano del economista y analista Andrés Dauhajre, quien en un artículo de opinión publicado esta semana desmonta con datos y comparaciones lo que define como “el deprimente documental de una empresa eléctrica totalmente colapsada” en referencia a la estatal Edeeste, frente al caso exitoso de la empresa privada CEPM (Consorcio Energético Punta Cana–Macao).
Dauhajre califica a Edeeste como «la empresa distribuidora de electricidad más ineficiente y deficitaria del mundo». Argumenta que, pese a atender solo al 26.1% de los clientes del sistema eléctrico nacional, en 2023 concentró el 43.6% del déficit total de las tres empresas distribuidoras del Estado, con pérdidas por US$756.8 millones. Todo esto, a pesar de haber comprado energía al precio más bajo (US$0.1437 por kWh) y venderla al precio promedio más alto (US$0.1699 por kWh).
En términos operativos, Edeeste pierde casi el 60% de la energía que compra. “Por cada 100 kWh que compró, no facturó ni cobró 58.7”, señala Dauhajre, lo cual duplica las pérdidas registradas por Edenorte (27.9%) y Edesur (32.8%).
Uno de los ejemplos más ilustrativos se encuentra en la provincia La Altagracia, donde Edeeste atiende directamente a unos 84,588 clientes. En 2024, compró 676.9 GWh de energía, facturó solo 307.4 GWh y logró cobrar 279.9 GWh, lo que equivale a apenas el 41.3% de lo adquirido. Esa ineficiencia dejó un déficit de US$71.1 millones en una sola provincia.
Sin embargo, en la misma zona opera CEPM, bajo un esquema de concesión privada. Esta empresa da servicio a más de 68,000 clientes en áreas como Bávaro, Punta Cana, Verón, Macao, Uvero Alto, Miches y Bayahíbe. El contraste no puede ser más marcado: CEPM factura y cobra toda la energía que distribuye, cuenta con una red 100% inteligente, y ha acumulado beneficios por US$436 millones entre 2009 y 2024, mientras Edeeste, en ese mismo período y en la misma provincia, acumuló pérdidas por US$544 millones.
Dauhajre cuestiona la falta de voluntad política para replicar el modelo de CEPM en otras zonas del país. “¿A nadie se le ha ocurrido que la empresa que opera el sistema aislado podría ser la mejor aliada para ir reduciendo gradualmente la pesada carga que representa Edeeste?”, se pregunta.
Propone un acuerdo progresivo que permita a CEPM asumir la operación eléctrica completa en La Altagracia, bajo un esquema de inversiones anuales auditadas y una tarifa consensuada. El objetivo: disminuir la dependencia de las transferencias fiscales que hoy sostienen un modelo que considera inviable. “La tarifa efectiva de Edeeste (incluyendo transferencias del Gobierno) es de US$0.275 por kWh”, recuerda.
El artículo también trae a colación el caso de Las Terrenas, donde en 2015 se revocó la concesión a la empresa Luz y Fuerza, que ofrecía un servicio eficiente con apenas 20 horas de apagones programados al año. Desde entonces, Edenorte asumió la distribución, y regresaron los apagones y las fallas en el servicio. “De un sistema aislado que funcionaba adecuadamente se pasó a un ‘tollo’ en el suministro”, apunta Dauhajre.
Con un déficit acumulado por las EDE de US$16,307 millones entre 2009 y 2024, la sostenibilidad del sistema eléctrico estatal se ve cada vez más comprometida. “¿Acaso tememos al riesgo de que la entrega de La Altagracia a CEPM pueda resultar exitosa y motivar a los habitantes de otras provincias a reclamar lo mismo?”, cuestiona Dauhajre con ironía.
Finalmente, llama a romper con lo que denomina el modelo de la España Boba en el sector eléctrico. “Las finanzas públicas, más temprano que tarde, colapsarán si continuamos de brazos cruzados frente a un déficit del sector eléctrico que apunta a seguir creciendo mientras la política-cum-populismo constituya la raison d’être de la mano visible del Estado en el sector eléctrico”.